Fuente: WGSN
A finales del mes de mayo Alessandro Michele, director creativo de Gucci, sorprendía al mundo entero cuando, a través del perfil de Instagram de la firma, anunciaba su voluntad de abandonar el calendario impuesto por la industria de la moda reduciendo así su aparición a dos shows por año e insistiendo en la necesidad de un cambio hacia una dirección más responsable, creativa y sostenible.
El sector de la moda es consciente del impacto medioambiental que tiene. Por eso, ya hace varias temporadas que vemos iniciativas trabajando en este sentido. Es el caso de Slow Fashion Next, una plataforma que pone sobre la mesa diferentes propuestas para reducir el impacto que el fast fashion tiene sobre el medio ambiente. También Adolfo Domínguez ha sido una de las marcas pioneras creando moda sostenible cuando el año pasado lanzó su campaña “Sé más viejo”, por la cual ganaron el premio nacional de creatividad y en la que animaban a un consumo sostenible priorizando la calidad y no cantidad. Como afirma Adriana Domínguez, consejera delegada de Adolfo Domínguez, “Veremos un consumo más responsable, se dará más valor a la moda atemporal de calidad y se cuestionará el fast fashion. Iremos hacia un modelo de más valor y menos volumen.”
Pero vayamos por partes. Venimos de una sociedad que no entiende de marchas cortas y nada acostumbrada a parar. Hasta el día de hoy, el fast fashion se ha convertido en el paradigma dominador tanto en la forma de trabajar de las grandes empresas como en la manera masiva de consumir. Una forma de entender la moda basada en la producción en serie y el low cost. Una moda caduca, desechable, democrática y trendy, pero que en menos de una temporada tiende a pasar al olvido.
La llegada del Covid-19 a principios de año ha provocado un parón a nivel mundial. Tiempo que tanto a la industria como a la sociedad les ha servido para reflexionar y pensar sobre cuáles serán los nuevos caminos a seguir. El anuncio por parte de Gucci, anteriormente comentado, no es el único en este sentido. Anthony Vaccarello, director creativo de Yves Saint Laurent, anunció a través de Instagram que dejaba atrás los desfiles, en parte provocado por la situación mundial causada por el virus, para evolucionar hacia una tendencia más sostenible y poniendo en valor la creatividad. También lo comentaba el diseñador Giorgio Armani el pasado mes de abril cuando en unas declaraciones para la revista WWD afirmaba “que este ritmo es insostenible y que el lujo no puede ser rápido”, por lo tanto deben (re)plantearse las colecciones para que éstas sean atemporales, respetando los tiempos para alargar la vida del producto en tienda y fomentar un consumo más sensato.
Quizás esta situación, inesperada para muchos, haya sido un punto de inflexión convirtiéndose en la gota que ha colmado el vaso. Ante la emergencia climática de los últimos tiempos, la tendencia cada vez más viralizada hacia una estilo de vida más responsable, sostenible y healthy y la crisis provocada por el virus, la industria de la moda no le queda otra opción que adaptarse y tomar cartas sobre el asunto.
Fuente: WGSN
Es el momento de avanzar hacia una moda más ecológica, más perenne y en definitiva, evolucionar para centrarse en el consumidor y ofrecerle algo de valor real. Para ello, las grandes firmas deberán de emplear todos sus esfuerzos en su estrategia creativa para entender al consumidor, pero sobre todo para escucharlo. Ya no vale el “te vamos a vender” -comentaba Jaume Miquel, consejero delegado y presidente del grupo Tendam- ahora antes de vender deberán de analizar, reflexionar y crear un producto de valor, que se ajuste a lo que el consumidor pida. Ante este escenario, muchas marcas replantean sus procesos, sus creaciones y hasta su modelo de negocio. ¿Pero, cómo? Plataformas como Rent the Runway, valorada en más de mil millones, alquilan ropa por semanas o días, y según el plan de subscripción se tiene derecho a más o menos prendas al mes. De hecho, el concepto alquilar ha traspasado fronteras siendo trending topic en el sector de la automoción, por ejemplo. ¿Por qué no también en la industria de la moda? Otras opciones que se plantean es el co-diseño o la customización, dejando participar al consumidor de manera que se sienta parte del proyecto, generando una relación más fuerte entre el producto y el cliente.
También el pre-order pasará a ser una herramienta de trabajo fundamental para todas las firmas y que de hecho, muchas ya lo están haciendo. Se trata de fabricar bajo demanda, y no al revés, evitando así el sobre stock y el exceso de producción. Lo que está claro es que todas las posibles opciones tienen un mismo denominador común: la sostenibilidad.
Por su parte, el consumidor tiene ante él la oportunidad de tener un papel decisivo hacia este nuevo paradigma de entender la moda. Los recientes acontecimientos le han hecho reflexionar sobre sus hábitos de compra y el estilo de vida para comprender qué es lo que quiere, cómo lo quiere y de quién lo quiere. Dentro de este nuevo escenario, es muy probable que los pequeños comercios y la producción local se vean favorecidos por un consumo más responsable y consciente.
En definitiva, nos encontramos en un momento culminante para evolucionar hacia un sector más sensato y sostenible. El consumidor pasará a tener un rol más activo en la decisión de compra mientras que la industria de la moda deberá de escuchar, entender y cambiar su modus operandi con tal de sobrevivir. Estamos hablando, por lo tanto, del mayor cambio de tendencia en el consumo y la manera de entender la moda de las últimas décadas.