Fugacidad, imperfección, sencillez, modestia e intimidad. Estos son algunos de los rasgos de la filosofía japonesa ‘wabi-sabi’ y que, según Ana Carrasco, nutren ‘Malababa’ (su marca y su vida). A pesar de su licenciatura en farmacia, el destino le deparaba un futuro lleno de color, moda y diseño. Junto a su marido, Jaime Lara, fundó su taller y desde entonces, este proyecto vital no ha dejado de crecer. En busca de una belleza libre de cánones y de realzar todos los detalles que hacen del proceso de creación un arte. Las palabras de Ana son poderosas: “Productos de calidad, materiales ecológicos y una alabanza al ‘made in Spain’ que consiguen transmitir luz”.
Antes de dedicarte al mundo de la moda, ¿qué era lo que más te gustaba o te llamaba la atención?
Lo que más me gusta es aprender en general y entender cómo se construyen las cosas, me considero una persona con curiosidad por temas variopintos. Respecto a la moda, vivimos en sociedad y tenemos que vestirnos, solo por eso creo que, a parte de su funcionalidad, la moda nos aportar aporta mucho más. Te ayuda a expresar quién eres, en qué crees, a expresar tus valores y no deja de tener un punto de frivolidad que te permite evadirte.
Tu pasión por el color, el arte y la moda no te impidieron estudiar farmacia, ¿cómo tomaste esta decisión?
Fue al contrario, yo iba para farmacéutica pero fue mi pasión por el color, construir y hacer algo diferente lo que me llevo por el camino de ‘Malababa’. Fue un proyecto que empezó sin vocación de proyecto, empecé sin cambiar ningún ‘chip’. Lo tuve que cambiar cuando vi que el volumen era tal que esto ya era algo que casi andaba solo y demandaba cosas. Fue en ese momento cuando mi marido dejó su trabajo y se vino, él siempre ha sido el verdadero emprendedor del proyecto y yo la parte creativa.
Imagino que escoger el nombre apropiado para la firma era importantísimo, ¿cómo diste con ‘Malababa’?
Pues todo viene de que era algo temporal e informal. Queríamos jugar con laironía,entendíamos que era una palabra con la que puedes jugar y tiene diferentes maneras de entenderse. La sorpresa real vino cuando salimos al mercado internacional y nos dimos cuenta que la palabra se puede pronunciar perfectamente en muchos idiomas.
Tres pilares básicos de tu vida que hayas trasladado a la personalidad de la marca…
Creo que al final he trasladado casi todos o más bien los he desarrollado con ella, para nosotros esto es un proyecto vital con todo lo que implica. Si tuviera que decirte tres serían: color, calidez y coherencia.
‘Malababa’ pretende dar un paso más allá y crear productos atemporales, aun así, ¿cómo influyen las tendencias en el proceso de selección?
Las tendencias siempre influyen porque la capacidad creativa que aporta la moda me gusta y me atrae. Creo que ambas cosas son compatibles, las cosas que perduran y las que son temporales, es algo que vemos continuamente en la propia vida, en la naturaleza y cada una tiene su encanto y su valor.
A parte de los productos a la venta, ¿qué no puede faltar en vuestras tiendas?
Plantas. Creemos firmemente en la naturaleza, es una manera de reflejar que casi todas nuestras pieles son ecológicas, procuramos que ninguna lleve cromo, tintes vegetales, etc.
He leído que compartes la filosofía japonesa ‘wabi-sabi’, ¿nos puedes explicar un poco en qué consiste y cómo influye en tu trabajo?
Es casi una filosofía de vida, la belleza de lo natural, imperfecto, el paso del tiempo, la mano del hombre, la sencillez, la humildad… en fin, me chifla, procuro aplicarlo en mi vida a todos los niveles.
¿El hecho de que el taller de producción esté situado debajo de la misma tienda de la calle de Santa Teresa de Madrid sorprende a los clientes? ¿Cuál es su reacción?
¡Les encanta! Cada vez se lo enseñamos a más gente y los extranjeros alucinan. Hay muchas corrientes hoy en día en España y una de ellas es la vuelta a valorar lo hecho de manera tradicional y con las manos, volver a entender cómo se hacen las cosas. Alucinan cuando les contamos que todos los patrones y todos los prototipos los desarrollamos nosotros.
A la hora de trabajar tan cerca de producción debe ser imprescindible tener un equipo que te entienda, ¿cómo se trabaja en el taller de ‘Malababa’?
Nos entendemos con mirarnos. La parte técnica es tan importante como la creativa y muy valorada en ‘Malababa’, cosa que en la industria se suele menospreciar y no lo entiendo.
Para ‘Malababa’ es muy importante que los productos se produzcan en España, ¿os habéis arrepentido en algún momento?
Nunca nos hemos arrepentido aunque ha sido duro y el mercado todavía no acompaña. Aun así, cada vez hay más gente que prefiere comprar menos y mejor en todos los campos de su vida, en la alimentación, en el mobiliario, sus accesorios… No son solo productos, ¡compartes sus valores y te identifican!
¿Qué novedades nos trae la nueva temporada y el futuro de ‘Malababa’?
La nueva colección mira a la arquitectura, el cubismo el ‘wabi-sabi’ y una pequeña ida de pinza que mira a los años 80. Sobre el futuro, todavía tenemos pendientes muchísimos retos, seguir mejorando, aprendiendo y poder aportar mejores cosas.
Si pudieras escoger a alguien (fuese quién fuese, lo conozcas o no), ¿quién te gustaría que luciese tus modelos? ¿Por qué?
Nunca elegiría solo a una sola persona, no pienso así y mi orgullo radica en que ‘Malababa’ aporte a diferentes mujeres bienestar, confort, funcionalidad, calidad, calidez… incluso luz.