Imagen de la manifestación Women’s March de 2017 en Washington D.C. © River Hill.
Durante mucho tiempo la moda se ha considerado una industria superficial y frívola, asociándola con aspectos como la belleza o la delgadez. Sin embargo, en los últimos años han sido muchas las marcas y los movimientos dentro de la industria que han empezado a usar el female empowerment como concepto. ¿Se trata de una estrategia de marketing o representa un auténtico cambio en el papel que tiene la industria? Si nos remontamos en el tiempo, Gabrielle, más conocida como Coco Chanel, ya fue una predecesora en lo que entendemos a día de hoy como empoderamiento femenino. Ella fue una de las primeras modistas contemporáneas en romper los esquemas que dominaban la indumentaria de la época, liberando la silueta femenina de corsés y otras piezas que oprimían el cuerpo de la mujer con otras líneas más relajadas y sueltas.
Actualmente hay 32 millones de niñas en todo el mundo que deberían estar en la escuela secundaria, pero no lo están.
En el pasado encuentro anual de Voices organizado por BoF, el papel de la industria en el empoderamiento femenino se convirtió en el tema principal, planteando la siguiente cuestión: ¿Qué puede hacer la moda para empoderar a las niñas? Está clara la desigualdad, tanto dentro como fuera del sector en cuanto a derechos y oportunidades entre ambos sexos. Y si a ello le sumamos condiciones de extrema pobreza, la situación empeora de forma evidente. Actualmente hay 32 millones de niñas en todo el mundo que deberían estar en la escuela secundaria, pero no lo están. Algunos de los aspectos principales que se consideraron fueron la importancia de explicar historias universales e inclusivas, potenciar la autoconfianza con mensajes de poder y solidaridad y la necesidad de crear proyectos y redes que ayuden tanto a niños como a niñas a luchar contra los desafíos que se presenten, ayudándose mutuamente y construyendo imaginarios beneficiosos para ambos.
Inspiradas por la Women’s March, muchas marcas han incluido mensajes reivindicativos en sus camisetas. © Glamour.
Otro aspecto importante es la creación de un diálogo con líderes del mundo de la moda que hayan alcanzado el éxito, para que compartan sus experiencias y expliquen lo que les ha costado llegar hasta donde están, creando un discurso más real y accesible en el que las jóvenes se vean reflejadas. A la vez, existe una necesidad urgente de revisar el propio funcionamiento de la cadena de producción, en la que muchas veces las trabajadoras quedan en la sombra, sufriendo maltratos y discriminación laboral, que afecta en un porcentaje mucho mayor a mujeres que a hombres. Por eso es importante la creación de plataformas como el Fashion Empowerment, o Fashion Empowerment Project, proyectos que a través de la moda luchan para empoderar a mujeres de todo el mundo en condiciones de pobreza y violencia, proporcionando herramientas y recursos para que puedan ser económicamente independientes y autosostenibles.
UNICEF afirma que invertir en que las niñas finalicen sus estudios podría contribuir a una mejora del 68% del PIB anual.
Está claro que la educación es primordial. UNICEF afirma que invertir en que las niñas finalicen sus estudios podría contribuir a una mejora del 68% del PIB anual. Son muchas las que corren el riesgo de sufrir violencia doméstica, matrimonios forzados o problemas de salud en el momento del parto, aspectos que dificultarían la escolarización en muchos casos. Estos problemas se verían acentuados por las barreras culturales que en muchos casos priorizan la escolarización de los niños por encima de las niñas. Según Chris Sanderson, cofunfador de The Future Laboratory, las empresas y compañías del sector tienen el poder y el deber de cambiar la manera de comunicarse. Y si éstas compañías empiezan a realizar su trabajo a través de la lente de empoderamiento, el cambio en la industria será significativo. «Más que intentar cambiar el mundo para apoyar a las niñas, se trata de apoyar a las niñas para que puedan cambiar el mundo», afirmaba Molly Logan de School of Doodle. Sin duda, el futuro será feminista o no será, y la moda podría ser una herramienta fabulosa para lograrlo.