La semana pasada prácticamente todas las cabeceras digitales de moda destacaban la nueva campaña de H&M por incluir una modelo musulmana. Se trata de Mariah Idrissi, una joven de origen paquistaní y marroquí afincada en Londres que en el spot de la marca sueca aparece luciendo el hiyab, la cobertura en la cabeza que visten las mujeres de dicha religión.

Pero a parte de Mariah, en el anuncio aparece, con el mismo protagonismo aunque los medios decidieran no darle la misma cobertura, una drag queen, una modelo de tallas grandes, una señora de avanzada edad y un boxeador con una pierna ortopédica, entre otros. ¿El rasgo en común de todos ellos? Que son modelos pocos convencionales con los que H&M quiere dar a entender que no le importa cómo somos ni qué pensamos. ¿Voluntad de democratizar los estereotipos de la moda o puro marketing? Sea lo que sea, seguro que no es un caso aislado.

Y es que cada vez son más las firmas de primera línea que se suman a esta tendencia. Ejemplos recientes los encontramos en modelos como Chantelle Young, a quien el vitíligo no le ha privado de dar la vuelta al mundo prodigando que «la vida es chula»; o Madeleine Stuart, que con 18 años y síndrome de Down ha debutado en la FashionWeek de Nueva York.

Pero la introducción de maniquís que se salen de “la norma” no es nada nuevo, y es que ya hace tiempo que pasarelas y comerciales están protagonizados por rostros y cuerpos como el de Shaun Ros y Thando Hopa, modelos afroamericano albinos; el de Moffy, cuya mirada bizca no le ha cerrado ninguna puerta si no todo lo contrario; o el de Jillian Mercado, que se ha convertido en imagen de la marca Diesel y Nordstroma pesar de la distrofia muscular espástica que la obliga a usar una silla de ruedas desde que tenía 12 años.

¿Y las tallas? Aunque me da la impresión que la diversidad real en este aspecto todavía es algo anecdótico (como ejemplo la reciente polémica con la Angel Secret Gigi Hadid, criticada porque parece ser que sus espectaculares curvas lo son demasiado; o el caso de la modelo inglesa Rosie Nelson que, harta de que la agencia de modelos cada vez le pidiera que perdiera más peso, ha puesto en marcha una campaña para que una ley proteja a las modelos de llegar a niveles de delgadez extremos), sí que es cierto que cada vez sorprende menos ver spots de moda y belleza con mujeres y hombres “reales”. Y esperamos –por la salud mental y física de millones de niños, niñas y adolescentes- que la tendencia siga en aumento.

Pero realmente, quizás una de las cuestiones que más tiempo hace que importa bien poco a la industria de la moda es la condición sexual y orientación de sus modelos, con casos como Nicole Gibson o Andrej Pejic, quien incluso ha conseguido aparecer en las principales cabeceras de moda como hombre y luego como mujer. Incluso este mismo año leíamos la noticia de que una nueva agencia -filial de Apple Model Managemenet-, especializada en modelos transexuales, se instalaba en Los Ángeles para dar cobertura a la demanda en auge de ‘tops’ transgénero en campañas de moda.

Aunque para agencias que promueven otra cara de la moda, la londinense Lorde INC, que desde 2013 ofrece a las marcas publicitarias la posibilidad de contar con modelos de diferentes razas y culturas y cuyo objetivo es reivindicar la belleza a través de esta diversidad. Precisamente, y recuperando el inicio de este artículo, como ha hecho H&M al incorporar una mujer musulmana con hiyab en su última campaña.

¿Pero están todas estas acciones orientadas a la democratización real de los estándares de belleza en moda o se trata de puro marketing? Lo único que sé es que mientras campañas como la de H&M sigan sorprendiendo y llenando líneas en los medios de comunicación por el hecho de incorporar una mujer musulmana en lugar de por el mensaje que realmente hay detrás de la campaña, quedará mucho camino por recorrer. Aunque lo importante, como en todo, es dar el primer paso.



