Tras el estallido de la crisis del COVID-19 y superado el primer confinamiento hemos entrado en una dimensión desconocida, la “nueva normalidad” la llaman. Sin una vacuna a corto plazo – estos días la prensa habla ya de 2022 y no 2021 – nos adaptamos a marchas forzadas a esta nueva realidad de distancia de seguridad, protección con mascarilla, interacciones controladas, rebrotes y nuevas normas de relación social.
En un contexto económico absolutamente inaudito y incierto, nos hemos visto sumergidos de lleno en esa modernidad líquida que describió el sociólogo Zygmunt Bauman. En esta nueva vida en cambio constante estamos encontrando en la solidaridad, la creatividad, la naturaleza y la espiritualidad un salvavidas para sobrellevar el oleaje.
A continuación compartimos unas notas sobre tendencias que se refuerzan tras el COVID-19. No hablamos de nuevas tendencias, sino de tendencias de largo recorrido que en el contexto actual se refuerzan y aceleran. ¡Tomad nota!
Comfortwear: comodidad ante todo

Vestido de la firma ucraniana The Sleeper, ropa de noche 24 horas: de la cama a la playa, de la cama a la fiesta y hasta de la cama al altar!
Con motivo del confinamiento administración, empresas e instituciones han recurrido al teletrabajo para seguir desempeñando su actividad de forma telemática. Aunque hacía años que se pronosticaba la imposición de un modelo de trabajo que no implique una presencialidad constante, las empresas en general habían sido hasta la fecha muy reacias a la flexibilización.
El COVID y la imposición forzada de este modelo ha permitido demostrar que la distancia no implica menor rendimiento, y como consecuencia se dibuja un escenario de futuro con modelos de jornada híbridos. El trabajo desde casa conlleva una cierta relajación de la etiqueta y la creación de un nuevo espacio donde los límites del trabajo y el ocio, de lo social y lo personal se desdibujan. Una de las respuestas inmediatas a esta nueva realidad es que se han vendido muchas más partes de arriba que pantalones durante el confinamiento.
Por otra parte, el entorno de estrés generado por el trabajo a distancia, la conciliación familiar y la inseguridad económica, piden de un armario que cuide, proteja y nos acompañe en este momento: “Muchos consumidores no están interesados ahora en comprar ropa”, declaraba Imran Amed fundador de The Business of Fashion a la BBC. Sin dejar de vestir para agradar, la comodidad se impone en un momento de estrés. Los almacenes Browns de Londres, sin ir más lejos, han incrementado en un 70% su ventas de prendas para estar por casa.
Tras el boom del athleisure, llega el momento del comfort-wear o loungewear: prendas cómodas y versátiles que nos permitan hacer frente a esta nueva realidad. Esta tendencia discurre en dos líneas principales: prendas que conectan con lo deportivo, y prendas de inspiración “pijamera” que sofistican la ropa de estar por casa y la convierten en prendas 24 horas. El uso de tejidos antibacterianos, tejidos sostenibles y diseño duradero aportará valor a una nueva generación de prendas para transitar en casa.
Phygital: aceleración de la digitalización

La influencer digital Lil Miquela junto a la actriz Millie Bobby Brown en una imagen de campaña #TeamGalaxy de Samsung.
Durante el confinamiento el mundo digital nos ha permitido viajar sin salir de casa. La emancipación de lo físico será la próxima frontera para una industria de la moda que necesita encontrar una nueva forma de existir desde la sostenibilidad en un contexto de la emergencia climática. Esta tendencia que ya empezó a apuntar fuerte antes de la pandemia, coge vuelo para poder ofrecer alternativas emocionantes en un momento en el que los grandes eventos sociales no son posibles.
Modelos generados por ordenador, impresión aditiva en 3D, prototipado en 3D, gamificación y desarrollo de las enormes posibilidades de la realidad aumentada en el entorno moda físico y digital, e incluso una nueva línea de negocio basado en el desarrollo de prendas digitales para lucir en nuestra vida virtual. El gran reto de la tecnología está ahora en trabajar la interacción del tacto con los universos digitales.
Las posibilidades son infinitas en el espacio digital y a la larga nos permitirá ver un gran derroche de creatividad de la mano de los digidiseñadores tras una época en la que en la industria física los directores creativos cada vez han visto más limitado su ámbito de actuación por los imperativos económicos.
Este desarrollo de lo digital tendrá un gran impacto en el mundo físico y ambas realidades dialogarán y se influenciarán de forma constante. Colores y estampados hiperdigitales, trampantojos y una fusión e interacción entre el mundo real y el digital.
Lo físico como el nuevo lujo

JWAnderson ha presentado su nueva colección con el proyecto “A Show in a Box”, una experiencia táctil y sensorial desarrollada junto al duo de diseñadores de M/M París.
Como contrapartida, en un mundo que acelera su digitalización para expandirse sin límites hacia nuevas dimensiones, lo físico, lo táctil, lo real se convierte en un lujo, en una de las mejores experiencias. Y es que si algo nos ha demostrado el confinamiento es que nada iguala a lo físico, y mientras el COVID nos impida las interacciones habituales, cada pedacito de esa “antigua normalidad” será saboreado con nostalgia y con añoro.
Prueba de ello es, por ejemplo, es la interesantísima propuesta que JW Anderson ha pergeñado para presentar la nueva colección de LOEWE. En diseñador, en colaboración con el reputado estudio de diseñadores M/M París ha creado una caja sensorial llena de pequeños gadgets para explicar las inspiraciones tras la colección.
“Hemos empezado a ver como el mundo virtual y digital puede distorsionar las cosas. Estoy viendo lo que está pasando en el mundo y he querido hacer algo muy tangible”, le explicaba a la periodista Robin Givhan: “Hay tantos otros problemas, la moda debería ser un poco más humilde y más tranquila”. Frente al interminable “Epilogue” de 12 horas en streaming de Gucci, sin duda, la cajita de Anderson logró enseñar que en estos momentos es más importante las inventiva que el presupuesto.
Con esta premisa, es fácil imaginar como la reivindicación de la artesanía, que ya estaba allí, continua. Todo lo manual y la celebración de las tradiciones desde la contemporaneidad van a ser elementos clave para dotar a las marcas y a los diseños de valor. Así mismo, los desfiles, que si se celebran serán muy en petit comité, van a convertirse en experiencias super-exclusivas. Algo que se extiende a la vida social en general, las reuniones, de aforo limitado, serán más íntimas y permitirán más profundidad.
Calidad por encima de la cantidad
El desplome de ventas durante los meses de la pandemia ha sido brutal. Las prioridades, para la gran mayoría han cambiado, y si bien algunos se aferran a los viejos hábitos para sentir que todo sigue en su sitio, esto va a ser algo difícil de sostener a largo plazo. Si a esta foto añadimos la crisis medioambiental, queda claro que hay un cambio de valores en el horizonte. Las compras impulsivas disminuyen y aumentan las compras meditadas.
Lo ha señalado, ni más ni menos que la mismísima Ana Wintour durante la pandemia: “Siento de forma profunda que cuando esto acabe, los valores de la gente realmente tienen que haber cambiado. Es una oportunidad para todos de analizar nuestra industria y analizar nuestras vidas, de repensar nuestros valores, y de realmente pensar sobre el gasto, la cantidad de dinero y de consumo y el exceso con el que todos nos hemos permitido y de cómo tenemos que reimaginar lo que representa esta industria.
En este replanteamiento de nuestra relación con las prendas y con la ropa se apunta por una desaceleración de los cambios de tendencias y un crecimiento por aquellas marcas que ofrecen diseños duraderos, prendas de calidad y propuestas consistentes. Hay en este sentido un gran espacio para reinventar y actualizar básicos que estén en sintonía con las necesidades de la clienta actual. En sintonía con estas ideas, si bien las propuestas excesivas y recargadas suenan interesantes para la evasión, se impone una moda más pragmática, realista y se intuye un regreso del minimalismo.
Menos compra, más alquiler, intercambio, customización y soberanía textil

En el espacio Lantoki se ofrecen cursos cortos para aprender a arreglar y coser nuestras propias prendas. Fuente: Facebook
En esta nueva etapa del menos es más y ¡para qué comprar si no lo necesito! nos vestimos no sólo a través de la compra. Se refuerzan así nuevas formas de adquirir prendas y de llenar el armario.
La venta de segunda mano tendrá un aumento espectacular los próximos años, sobre todo en el entorno lujo, debido al gran stock que han generado las marcas los últimos años. También crece y se populariza el alquiler. Marcas como la firma Made in Barcelona Skunk Funk ya lo están ofreciendo como servicio complementario a la venta, también start ups como ecodicta.com o ouhlola.com, así como el intercambio o swap de prendas.
Pero donde hay mucho terreno por recorrer es en DIY, que si bien hasta ahora ha sido un terreno nicho para manitas, va ser un espacio en el que se va a incorporar mucha gente que hasta ahora le había tenido miedo a la máquina de coser. Ahora que todos hacemos nuestro pan con masa madre, parece menos descabellado que nos animemos a cosernos una falda (¿Sabías que es posible hacer una falda sencilla en menos de una hora?).
Nuestras abuelas se hacían ellas la ropa y es probable que volvamos a recuperar habilidades en este sentido. Espacios colaborativos como Lantoki nace con la voluntad de ofrecer espacios que contribuyan a recuperar una soberanía textil.
La naturaleza (y las flores) como cura

Imagen de “L’Amour” el último desfile de Jacquemus.
La gurú de tendencias Li Edelkoort ya pronosticó, bastante antes del COVI-19, una de las macrotendencias más importantes para los próximos años: la reconexión con la naturaleza para recuperar el equilibrio perdido. Y eso se traduce a nivel de macrotendencias en abrazar la sostenibilidad, en una alimentación consciente y el el crecimiento del veganismo, en llenar de naturaleza las grandes urbes y nuestras casas y en el alza una nueva generación de nómadas digitales que trabajan desde el campo y países exóticos.
En el plano de la moda, esta tendencia se manifiesta con el uso de materiales respetuosos con el medio ambiente, tonalidades verdes, estampados naturales y florales en una conversación constante entre la naturaleza y las urbes. La naturaleza se integra en la moda y también en el entorno como elemento esencial de la comunicación y como contraste sanador a la ultra-digitalización que viviremos.
Los entornos naturales nos ofrecen calma y sosiego conectando desde la profundo con nuestra esencia animal. Un diseñador absolutamente en línea con esta sed por la naturaleza es Jacquemus. Si antes de la pandemia nos sumergió en un delicioso y bucólico campo de lavanda francés (¿para cuando ordenadores con olores?), ha llevado la misma idea al siguiente nivel con un desfile en medio de un dorado campo de trigo. “L’amour” lo ha titulado. ¡Necesitamos tanto cuidado estos días…!La imagen más evocadora de todas no fue la de su ropa ( fantástica como siempre), sino la de una cama en medio de la nada. Después de lo pasado todos quisimos estirarnos en ella y caer en profundo sueño reparador deseando que al despertar, todo esto que nos está pasando, hubiese acabado.