Existe una palabra que tiene la capacidad de provocar reacciones polémicas al ser pronunciada. Desde sus primeros discursos a través de la filosofía de la ilustración, el feminismo ha experimentado oleadas que lo han llevado por sendas difusas, fomentando contrastantes perspectivas. La razón quizá se encuentre en su enfática confrontación con la feminidad. Los medios de comunicación se han encargado de inculcar en el imaginario colectivo la imagen de la feminista como una mujer que odia a los hombres y descuida su imagen en protesta a las normas establecidas. Ante esto, ¿cuál es el papel de la moda?

Vanessa Rosales, escritora colombiana de moda, señala la influencia de activistas como Simone de Beauvoir que expresaban una fuerte enemistad hacia la moda ya que la consideraban como algo que las esclavizaba y limitaba; postura que se siguió difundiendo a pesar de la evolución de la vestimenta a favor de la funcionalidad y comodidad para las mujeres. Ante tal panorama, es comprensible encontrarnos con declaraciones hechas por personajes del espectáculo como Katy Perry, Lady Gaga o Demi Moore que afirman estar a favor de la igualdad de la mujer sin sentirse identificadas con el feminismo, ya que consideran como una postura demasiado agresiva, radical y, por consecuencia, poco atractiva. ¿Nos encontramos ante una aberración semántica?
En contra de las que se proclaman “no feministas”, hace unas semanas Emma Watson cautivó con el discurso que pronunció en el lanzamiento de la campaña HeForShe. En él, la actriz abordó la tergiversación que se ha desatado en torno a la definición del movimiento que surgió a favor de la igualdad de género y se proclamó una orgullosa feminista. Bajo la misma ideología encontramos a adolescentes como Tavi Gevinson, editora de la revista de estilo Rookie Mag que, con una estética infantil en sus atuendos personales, apoya un feminismo desacomplejado que reafirma el girl power (poder femenino). A través de tonalidades rosáceas capturadas fotográficamente, Petra Collins ha exhibido los tabús de la intimidad de la mujer con el propósito de cuestionarlos socialmente; su entereza le ha facilitado colaboraciones internacionales, como la línea de camisetas con ilustraciones desinhibidas y sexuales, que realizó con American Apparel el año pasado.
El concepto distorsionado se transforma en un nuevo feminismo del siglo XXI, donde la lucha por la igualdad no conlleva una actitud excluyente, ni del sexo opuesto, ni del atavío. Por el contrario, su inclusión es una forma de auto afirmación referente al papel que desempeña la mujer en la sociedad, con plena libertad. La apuesta por la igualdad entiende que ser femenina no es sinónimo de frivolidad, ni ser masculina es sinónimo de agresividad. Invita a la reflexión sobre lo que significa ser mujer.

La moda juega un papel fundamental con sus poderes de rebelión al ofrecer la posibilidad de asumir con entera libertad cualquier rol estético. Así lo afirman las diferentes interpretaciones que se han expuesto sobre el feminismo en las pasarelas internacionales. La representación irónica sobre el estereotipo feminista, que propone Rick Owens en su colección otoño invierno 2014 Moody. La recurrente fijación de J.W. Anderson por desafiar los claves de estilo establecidos, que aluden a una igualdad de género al integrar a ambos sexos. La exaltación del poder femenino, a través de las piezas icónicas que han aportado libertad de movimiento a sus usuarias, por parte de Prada en su entrega para primavera verano 2014. Y la más reciente mención, escenificada literalmente como una protesta feminista, en el desfile de primavera verano 2015 de Chanel. Se construye una nueva iconografía del feminismo orientada hacia la conformación de una supermujer.