Un libro te ayuda a conocer la mente del otro y a conocernos a nosotros mismos. También hay libros que caen en tus manos por casualidad como los pétalos de jazmín en un tarde verano, y te muestran un universo con sus infinitas correlaciones. La moda moderna. Génesis de un arte nuevo de Lourdes Cerrillo Rubio me ha situado en el centro del cuadro y me ha dado un punto de fuga eterno hacia el bien hacer de los investigadores, aquellos que te ayudan a comprender el mundo con todas sus incertidumbres.
Quizás porque haya dedicado gran parte de mi vida a los libros, cuando comencé escribir estos artículos sobre la industria de la moda busqué entre los estantes de las librerías y mercados de segunda mano aquellos libros que me dieran una base teórica sobre lo que estaba escribiendo. Allí aparecieron los nombres propios y su historia. Cuando el libro de Lourdes llegó a mis manos lo primero que pensé fue: quiero hacer un artículo sobre ella, sobre su conocimiento de la industria de la delicadeza y la cortesía como defínía Colette. Gracias a la amabilidad de la Universidad de Valladolid, me pusieron en contacto con Lourdes, que contestó con mucha premura este cuestionario que le había preparado sin pensarlo mucho. Después de leerlo pausadamente he decidido romper el molde y respetar sus palabras, dejarlo todo como está para que los lectores puedan apreciarla en toda su profundidad.
La entrevista solo es una pincelada a todo lo que descubrimos en su libro, que tiene el pulso firme del que se preocupa por divulgar el conocimiento y hacen de ello, un arte.
Muchas gracias, Lourdes.

¿Cómo te relacionas con el mundo de la moda?
La moda, y en general la ropa, me ha seducido desde siempre. Una blusa, un pañuelo, los vestidos y pantalones son para mí cosas sugestivas en sí mismas porque están cargadas de connotaciones que las conectan con cierta dimensión estética de la vida. Por eso, un color como el negro, por ejemplo, puede evocarnos contextos misteriosos; los estampados con motivos de cachemir, el exotismo de tierras lejanas; o el corte imperio de un vestido, los comienzos del Romanticismo. La ropa me resulta seductora porque introduce notas poéticas e inesperadas en el previsible ámbito de la vida cotidiana. Y, en este sentido, la ropa puede llegar a provocarme un entusiasmo similar al que nos contagian los buenos relatos. Cualquier prenda de vestir aparece ante nuestra mirada como una posible “invitación al viaje”.
¿Por qué te interesa?
Supongo que por esa dimensión estética del vestir que es capaz de llevar el arte a la vida cotidiana. La moda está hecha con materiales similares a los de las llamadas Bellas Artes: colores, texturas, formas, pensamientos… Está ideada para satisfacer deseos que van más allá de la mera funcionalidad. Un abrigo, como una casa, nos protege de la intemperie; pero, determinado abrigo, como determinada arquitectura, además de protegernos también nos acoge, nos hace sentirnos bien, estimula en nosotros sensaciones de confortabilidad, nos descubre estados de ánimo desconocidos. Esto es por lo que me interesa la moda.
¿Por qué crees que es poco valorado por el mundo de la Cultura?
La moda no ha sido objeto de distinción teórica hasta hace pocas décadas porque, sorprendentemente, las cosas más básicas no lo han sido. Quiero decir que no es habitual teorizar ni si quiera detenernos a aprender cómo respirar mejor, qué son las proteínas o para qué sirven los azúcares. Hemos ido aprendiendo estas cosas con los años, igual que a vestirnos con cierta lógica y a componer nuestra imagen de manera acorde con nuestra visión de las cosas. Hace tiempo, leí una entrevista con Hillary Clinton en la que lamentaba que nunca, ni en su casa ni en el colegio, le hubieran explicado cómo debía peinarse, o, más concretamente, qué sentido tenía llevar el pelo largo o corto, liso o rizado, recogido o suelto. Ella misma se asombraba de este particular. Hoy, todas estas facetas importantes de nuestra vida están siendo valoradas, analizadas y divulgadas como consecuencia del largo e intenso proceso de democratización de la cultura propio de las sociedades modernas. Porque, hasta hace no mucho tiempo, este tipo de “saberes” eran un privilegio que las élites atesoraban y protegían mediante las llamadas leyes suntuarias, unas prerrogativas que les aseguraban el uso exclusivo de determinados bienes, entre los que podían encontrarse la seda o el color rojo. Buena parte de los objetos con los que convivimos tienen un pasado y sus formas, un contenido simbólico que no estamos acostumbrados a leer ni a interpretar.

¿Crees que los diseñadores tienen algo en común?
Los diseñadores tienen en común el hecho de ser artistas, de querer renovar, transformar, embellecer nuestra imagen y con ello la cultura visual del momento. Como todo artista, los diseñadores aportan creaciones originales, inéditas, que nos sorprenden y atraen porque captan la naturaleza cambiante de la sociedad. Porque, en realidad, lo que distingue a un artista plástico y a un diseñador es su capacidad para expresar, a través de sus creaciones, aquello que las nuevas sensibilidades traen consigo. A Coco Chanel se le adjudica la autoría de una frase, que habían pronunciado antes Paul Poiret e incluso el creador de la alta costura, Charles Frederick Worth, según la cual la moda, su razón de ser y sus cambios, era algo que estaba en el aire, que traía el viento; aunque, para llegar a ser diseñador (o artista) había que saber dar cuerpo a esas inquietudes que iban llegando con los nuevos tiempos.
¿Cómo transforma la moda a la sociedad? ¿En qué nos ha ayudado y en qué nos ha perjudicado?
Realmente transformar la sociedad es una de las cosas más complicadas del mundo y no creo que la moda tenga por sí sola esa poderosa capacidad. Como comentaba en la pregunta anterior, lo que sí hace muy bien la moda es ser un agente expresivo de esas transformaciones, adelantándonos con sus diseños el significado de las mismas, y, por lo tanto, propiciando cambios en nuestra imagen. Unos cambios que, por lo general, nos ayudan a adaptarnos mejor a los nuevos tiempos. En este sentido, resulta muy esclarecedor los profundos cambios en la forma de vestir que sufrió la mujer a comienzos del pasado siglo, cambios que no se habían producido en quinientos años, y que surgieron paralelos al nuevo papel que iban a protagonizar las mujeres en las sociedades contemporáneas. Creo que es un ejemplo claro y evidente. Por eso, pienso que la moda nos ayuda a vivir mejor, salvo, claro está, cuando somos esclavos de ella; por lo demás, como ocurre con el resto de las cosas que conforman nuestra vida.
¿Crees que la industria de la moda cambia conforme a los acontecimientos históricos o ha permanecido inalterable con el paso de los tiempos?
La industria de la moda es, por su propia naturaleza, un organismo en constante proceso de evolución. En poco más de 150 años de existencia, ha sido capaz de ocupar un puesto absolutamente preponderante en la dinámica de las sociedades modernas, con un protagonismo excepcional. En mi libro La moda moderna. Génesis de un arte nuevo, intenté situarme en los orígenes de esta industria y analizar cómo fue creciendo desde sus comienzos artesanales hasta la confección en serie. Estudié también algunos de los elementos que configuran el tejido de esta industria, como la aparición de los grandes almacenes y de las revistas especializadas, y me detuve, especialmente, en la enorme riqueza de todo el complejo entramado de profesionales que forman parte del mundo de la moda, dedicándole particular atención a la figura del modisto.
¿Por qué se relacionan lujo y moda? ¿Ha sido siempre así?
En este capítulo, la máxima autoridad es Gilles Lipovetsky. En su magnífico ensayo El lujo eterno. De la era de lo sagrado al tiempo de las marcas, explica la complejidad y permanencia de uno de los deseos humanos -el de la pasión por el lujo- más arraigados en la práctica totalidad de nuestras civilizaciones. Muy recomendable su lectura. Pienso que lujo y moda se relacionan inevitablemente; la moda es una de las expresiones, tal vez la más asequible, del lujo. Porque el hecho de vestirnos no sólo para satisfacer necesidades primarias, sino con la intención de trascenderlas, buscando con ello objetivos de menor practicidad, supone adentrarnos en uno de los territorios del lujo. Es decir, en el ámbito de lo no estrictamente necesario, o, si se quiere, en el universo de lo superfluo. Un mundo que ha tenido muy mala prensa, pero que nos conecta con imaginarios genuinamente humanos. Ya que ambicionar el lujo nos sitúa en la posición del que explora cartografías ideales que mejoren su vida y le ayuden, de alguna manera, a superar la muerte.

¿Tiene moda la clase obrera?
Creo que el poder de la(s) moda(s) está omnipresente en todas las clases sociales. Además, una de las facetas más revolucionarias de la moda es la de, precisamente, propiciar cierta nivelación entre las diferentes clases sociales. La moda pone de manifiesto no sólo que «el hábito hace al monje», sino, lo que es más interesante, que el hábito modula nuestra dicción.
¿Por qué el concepto de moda se relaciona estrechamente a juventud?
A mí me gusta pensar que la moda está indisociablemente unida a la juventud porque es en ese periodo de la vida cuando comenzamos a construir nuestra personalidad, y porque el deseo de autenticidad de los jóvenes determina la necesaria coherencia entre forma de ser, visión del mundo, y su expresión a través de la propia identidad visual. Evidentemente, existen otros motivos que explican esta relación, como la necesidad de establecer vínculos con los otros y, a la vez, la no menor predisposición a diferenciarnos de los demás… Una dialéctica en la que se mueve siempre la moda, y también la juventud.
¿Ha habido un momento crucial en la moda? ¿Una revolución? ¿Un cambio de paradigma?
Ha habido varios momentos cruciales en la trayectoria de la moda. Ahí está su historia para demostrarlo y para mostrar con ello sus cambios de paradigma, que, por otra parte, no han sido tantos como a primera vista pudiera parecer. Son, en todo caso, cambios paralelos y similares a los que han venido transformando nuestras sociedades occidentales. Podríamos resumirlos en tres o cuatro grandes periodos: los correspondientes al mundo antiguo y medieval, en el que el modo de vestir apenas cambia; el periodo renacentista en el que surge el concepto de moda, más o menos, tal y como lo entendemos hoy, aunque el disfrute de la moda sea casi exclusivamente aristocrático; la nueva era abierta con la Ilustración y las grandes revoluciones sociales gracias a las que la moda se democratiza y se fija el sistema indumentario masculino; y el periodo en el que estamos inmersos, el postmoderno, al que correspondería, entre otras muchas cosas, la creación de la nueva identidad visual femenina y la aparición de un concepto muy abierto de la moda(s).

¿Crees que la moda es machista, frívola, fantasía …?
La moda la crean los artistas y la vestimos y adaptamos todos a nuestra piel. Por eso, hay tantas modas como creadores y tantas interpretaciones del vestir como visiones del mundo tengan sus autores, o tengamos nosotros mismos. Poco tiene que ver el estilo Versace con el de Chanel; las propuestas de Cavalli con las de Prada; o las creaciones de Issey Miyake con las de Dries van Noten. La moda es nuestra segunda piel, una piel mutante, camaleónica, versátil, que nos ayuda a vestir cualquier situación.
¿Por qué escribiste el libro? ¿Te gustaría ampliarlo?
Escribí el libro para explicarme todas estas cosas y alguna otra; y, también, para entender por qué un simple jersey de lana o unos botines de cuero podían llegar a ejercer sobre mí un poder de fascinación tal que, lógicamente, no llegaba a satisfacer hasta que no los conseguía. Si me gustaría ampliar o volver a publicar el libro, imagino que sí. Siempre es posible mejorar lo que hacemos. Pero, de momento, no tengo previsión de poder llevarlo a cabo; entre otras cosas, porque los recortes en educación han minado, casi por completo, la posibilidad de investigar en nuestros centros universitarios. Estamos a la espera de que, más pronto que tarde, rescaten a la Universidad y con ella a la ciencia y la cultura.
¿La moda es un gran desconocido a pesar de su difusión en todos los medios?
En parte sí, o hasta hace unas décadas sí. Pero creo que ahora mismo existe suficiente y variada información teórica. Y, en el terreno práctico, la cultura de moda ha crecido exponencialmente gracias a la apertura de grandes cadenas moda como Zara, Mango… Hoy todo el mundo puede conocer y vestir moda con bastante facilidad; de hecho, creo que la moda es uno de los lenguajes más universalmente extendidos por nuestro planeta y por lo tanto uno de los sistemas de comunicación con los que mejor conecta la gente.